
Vamos siempre tarde como si nunca quisiéramos llegar a la muerte. Como si la vida nos hiciera una broma; tomándonos de la parte de atrás de la camiseta, nos atrapa, no nos deja avanzar. Forcejeamos, buscamos ir a otro ritmo, en el tiempo de los todopoderosos, del mercado, pero nos rendimos, nos damos por vencidos. Jugamos con ella. Estamos vivos, reímos los pájaros cantan entre el estruendo de la ciudad ruidosa y dormida. Ya no sabemos si nadie entiende o si nadie quiere entender. Nos damos el lujo de estar vivos. Abrazamos los minutos los sonidos, las palabras, los sabores que se detienen en las manos, en los ojos de los seres que amamos del ser que somos y sonreímos agradecidos. Las lágrimas, los gritos y los lamentos nada aportan a la tristeza del mundo. ...