A propósito del día de las madres






Por Salma Henao

El domingo pasado se celebró en Colombia el día de las madres. Las tradicionales reuniones familiares, los mensajes en redes con fotos y agradecimientos a las madres y por supuesto los comentarios despotricando de la celebración. Comentarios del tipo “las tratan como mierda todo el año y creen que hoy dándoles flores todo está arreglado” y sí, no digo que esto no sea cierto. Pero me gustaría ir más allá y preguntar qué hay detrás de esta circunstancia. 


Veo dos cosas fundamentales que procuraré desarrollar en lo que sigue. La primera es que, en efecto, como sociedad necesitamos resignificar el lugar que ocupa el ser madre y todo lo que tradicionalmente se asocia a esa labor: El cuidado de los hijos, el manejo de las finanzas y el cuidado del hogar, la educación de los hijos, el bienestar emocional y físico de la familia. Nada de lo cual es poca cosa, en procura de una sociedad más ética. Nada que deba ser impuesto a alguien que no lo desea. La cosa ni es poca, ni es sencilla. 


La segunda es si creemos que haciendo alarde de lo mal valorada que está la condición de la madre y de la celebración de su existencia, se logran cambios al respecto. En este caso, no sería mejor hablar sobre las cosas positivas de esta figura que en lo social, aunque en nuestra sociedad aún no se llegue a reconocer y aunque a cierto grupo de personas les parezca aborrecible, carga con una responsabilidad vital. No solo el día de las madres, sino todos los días. Habría entonces que empezar por resignificar la propia madre e incluso la propia maternidad.  


En efecto, como madre, considero que la labor es de vital trascendencia tanto para el individuo como para la sociedad, por lo mismo, la maternidad debe ser decidida de forma consciente y deseada, bajo ninguna circunstancia debemos seguir tolerando “maternidades por accidente” o por obligación. 


Nadie, en ninguna parte de la tierra, debería estar obligado a asumir la responsabilidad fundamental de maternar si no lo desea.  Pero no, como lo declaran a gritos, cierto grupo de mujeres, porque el ser madre sea algo denigrante para la mujer, sino todo lo contrario, porque ser madre requiere de un elevadísimo compromiso ético y moral, igual que para el padre, pero en cualquier caso mayor, no porque sea machista sino porque es. Una mujer que decide ser madre debe incluso cambiar sus hábitos alimenticios con el fin de procurar bienestar al ser por venir. Al hombre, por su parte, le corresponde proveer todo el bienestar posible a esa mujer con la que asumen el compromiso de ser padres. Lo primero no es un factor cultural, es un hecho físico. Lo segundo es cultural, hay que construirlo. Por tanto, sin lugar a dudas es la mujer quién debe tomar la decisión con toda claridad sobre si desea o no tener hijos. Y sopesar con y en su compañero hasta el mínimo detalle del asunto.  


Una mujer debe contemplar todos los factores alrededor de dicha decisión y prepararse física, emocional y psicológicamente para las consecuencias que esto trae. Ambos, tanto el hombre como la mujer, deben disponerse a entregar mutuo entendimiento y apoyo incondicional. Pero en la medida en que la mujer carga el útero es ella quién marca la pauta, por tanto, el poder de la maternidad es tal que en últimas los más afectados en este tira pelota sobre ¿de quién es la responsabilidad?, son los hijos que quizá, como afirman ciertos grupos “tratan a las mamás como una mierda todo el año” pero nadie se pregunta por la naturaleza de esas maternidades y paternidades, ya que ni hablar del día del padre o del hombre que como dicen “está más refundido que Amelia Earhart”. 


Es imperativo trabajar en maternidades y paternidades conscientes y deseadas    


Así las cosas, si mañana queremos una sociedad menos violenta, menos materialista, más consciente de la relación simbiótica entre el entorno y los seres humanos, como debería ser. Necesitamos empezar a concientizarnos como sociedad de la importancia vital que las madres jugamos en este proceso. Ser madre debe ser una elección consciente, que debe contar con todo el compromiso que está demanda y que debe ser reconocida con respeto y admiración. Porque si hay una labor que exige del ser humano una integridad absoluta y unos elevados criterios éticos y morales, esa es la maternidad. 


Feliz día mamás, por más maternidades felices y deseadas. 


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