Cena: La Madre

Cena: La Madre 
La comida como ritual  






Hace unos días fui generosamente convocada a una "cena performática" por la artista María Paula Falla como proyecto ganador en el área de artes plásticas en la línea de proyectos expositivos en el marco del Festival Internacional de la Cultura 2023 que se llevaría a cabo en el Café Vértice en la ciudad de Tunja. Comprendí que era una propuesta plástica, sin embargo, no pude imaginar lo que sería. El aperitivo de entrada un poema Kogui a la madre como principio y fin de todas las cosas; y un delicioso coctel a base de champaña. 

La instalación para la cena estaba situada sobre el suelo de forma simétrica y con proyecciones sobre la vajilla que evocaban el proceso de nacimiento y el origen de la vida, junto a ello el alimento como sustento de la misma. 

La cena estuvo dirigida a manera de ritual en etapas que evocaron el proceso de la vida misma, no solo de manera biológica o temporal, sino también en un sentido de experiencia. Una invitación a habitar de forma consciente nuestra experiencia vital en lo cotidiano. 

La apuesta artística me permitió sentir y con el transcurso de los días interiorizar acerca de varias cosas. La entrada una reflexión a la experiencia en días de vida para cada invitado (quince mil, diez y ocho mil, dos mil...) me situó frente a la idea de cada día de vida como un regalo irrepetible y único. Posteriormente la invitación a limpiar esos días con papel de arroz permitiendo que del pasado se vaya dejando lo que de él son aprendizajes y así habitar el presente con plenitud. A manera de iniciación humus de garbanzo y brotes a consumir con una cuchara digerible hecha a base de harina de maíz. Una insinuación que me llevó a pensar en que todo allí era consumible, la imagen, el sonido, la experiencia, la comida y tal vez así mismo en la vida.     

Los dos platos siguientes el pan en aceite de oliva con glóbulos de vinagre balsámico y miel y el nido de fideos orientales con huevos de codorniz, evocaron  la naturaleza mágica de la existencia misma, la vida como milagro que dejó en mí un sentimiento de infinita gratitud hacía el cuerpo de la madre que se permitió como canal para mi existencia. 

Y entonces lo cotidiano, la existencia diaria: el azar, los olvidos, el afán. El caos entrópico del devenir. La incertidumbre del hacer, lo incontrolable, la ausencia del ser, el estar sin estar, la añoranza de la expectativa contenida en un gran ravioli relleno de espinaca y ricota hecho y marcado por la propia mano con el sentido de la vida; para mí: el amor y la gratitud acompañado de un lomo crudo sobre la mesa a adobar por cada comensal  posteriormente ensalzado en vino, allí el cuerpo poderoso, sublime y sus estragos en la ausencia del límite. Me hizo pensar en el cuerpo y el gozo. Experimentamos la vida a través del cuerpo, en él los sentidos nos permiten una experiencia práctica de la existencia y en últimas un libre albedrio que será nuestra liberación o nuestra condena.      

Para el cierre la muerte bellamente espolvoreada en canela sobre los platos acompañada de un goteo lento de café y un renacimiento representado en botones de flor a manera de agua aromática. Para el cierre una reflexión junto al postre ya desgastado pero igualmente dulce y la despedida. El retorno a lo cotidiano, recoger la mesa, lavar pacientemente los platos, soñar con el futuro posible y dar las gracias por la velada.     

Parafrasea Chul-Han a Saint-Exupéry en su libro la desaparición de los rituales, afirmando que los rituales son en el tiempo lo que las casas son en el espacio. Para Chul-Han "técnicas simbólicas de instalación en un lugar" que al parecer olvidamos o pasamos por alto en la medida que lo cotidiano y su producción nos demanda un consumo excesivo en la casa , con la familia, en el trabajo, en la escuela, en la calle. 

La Cena, es una exquisita propuesta que invita a la resignificación del ritual en lo cotidiano, la existencia como ritual en los actos cotidianos. Una invitación a hacernos conscientes de la manera como utilizamos nuestro tiempo de vida construyendo y habitando los espacios y el tiempo cotidianos.  Cuán distinto llegaría a ser el tránsito por la vida de cada uno si estuviese acompañado de la atención necesaria, cuántos días como regalo, cuántos como aprendizaje, cuántos como olvido.            




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